lunes, 20 de mayo de 2013

CAMINO PRIMITIVO CON PERRO. Etapa 01. De El Escamplero a Salas

Según teníamos planeado el domingo, 21 de abril de 2013, era el día señalado. Estaba en rojo en nuestro calendario porque era el día que íbamos a comenzar nuestra peregrinación hacia Santiago de Compostela. Por circunstancias de la vida, finalmente, habíamos comenzado medio día antes (la tarde del sábado).  De esta forma, el itinerario, así como las distancias, se habían modificado. Nuestras previsiones para los dos primeros días eran las siguientes:

- Domingo 21. Etapa 1. De Oviedo a Cornellana. 32,10 kilómetros.
- Lunes 22. Etapa 2. De Cornellana a Tineo. 29,00 kilómetros.

Al comenzar medio día antes el itinerario, sin embargo, fue el siguiente:

- Sábado 20. A la tarde. Etapa 0. De Oviedo a El Escamplero. 13,03 kilómetros.
- Domingo 21. Etapa 1. De El Escamplero a Salas. 35,12 kilómetros
- Lunes 22. Etapa 2. De Salas a Tineo. 20, 55 kilómetros.

Como podréis comprobar los kilómetros no coinciden. Al de varios días me di cuenta que en cada etapa, normalmente, solía haber algún kilómetro más de lo que marcan las guías. Aunque tampoco es exagerada la diferencia. 


Hay tramos en los que la nueva autopista afea el paisaje
Aunque todavía se van a ver vestigios de civilización (como la nueva autopista que se está construyendo por tramos y que afea un poco el paisae), en esta etapa se puede decir que comenzamos realmente el Camino Primitivo a Santiago de Compostela. Lo del día anterior  se podría calificar de etapa prólogo. De un calentamiento. De una bravuconada de dos culos inquietos impacientes por comenzar su aventura.

A través de esta etapa comenzamos a sentir lo que en el fondo iba a ser el Camino Primitivo. Según me contó mi suegro, empezamos a realizar una peregrinación que nada tiene que ver con la que se realiza a través del Camino Francés. Emprendimos un viaje más solitario, más íntimo, más cercano a la naturaleza, alejándonos de la romería en la que se ha convertido el Camino Francés debido, sobre todo, a la masificación, y que, irremediablemente, nos encontraríamos a partir del municipio de Melide, pueblo en el que estos dos caminos se unen para convertirse en uno y llegar hasta la Catedral donde reposan los restos del Santo.


Vistas de un paisaje cercano al río Narcea y Cornellana


 DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA




El Escamplero – Salas (35,12 kilómetros)



 A primera hora el frontal se vuelve indispensable
  • Inicio de etapa. Kilómetro 0,00. Nos despertamos a las 6:00 de la mañana. Somos los primeros en levantarnos. Como el resto de peregrinos sigue durmiendo, intentamos hacer el menor ruido posible. Lo primero que hago antes de nada es soltar a Gau de la litera (no quería que se fuera durante la noche de paseo a investigar y evitar posibles complicaciones). La llevo a la cocina y la ato a la mesa. Según se levanta está muy activa, se emociona ante la perspectiva de salir de casa, con lo que tengo que intentar tranquilizarla. Cogemos nuestras cosas y salimos definitivamente de la habitación donde se encuentran las literas hasta la habitación que sirve de cocina y comedor, donde nos espera Gau.. Nos vestimos. En el momento en el que nos estamos poniendo las botas las dos chicas madrileñas hacen acto de presencia. Como nosotros no desayunamos tan pronto (el estómago está todavía cerrado), nos despedimos de ellas y salimos del albergue. La noche es cerrada. Todavía no se atisba la claridad que precede al amanecer por ningún lado. Salimos a la carretera por la que llegamos el día anterior y continuamos con la dirección que traíamos.

  • Hay que estar muy atentos. La noche es cerrada y hay que fijarse en las señales que nos indican el camino. Al principio las farolas que hay junto a la carretera en las aldeas nos ayudan pero cuando comenzamos a meternos por pistas y senderos en los que la luz artificial desaparece se vuelve totalmente necesaria la ayuda de un frontal o una linterna. Yo llevo colocado mi frontal en la cabeza desde que he salido de la habitación donde dormíamos.
 
Primera sorpresa de la mañana. Un erizo nos da los buenos días nada más salir

  • Cuando llevábamos algo más de un kilómetro andado, nos encontramos con la primera sorpresa de la mañana. Una piedra grande parece que se mueve. Gau se acerca rápidamente, aunque con cierta reticencia. Nos acercamos más y podemos contemplar bien aquello que nos había llamado la atención. Un erizo del tamaño de un balón de fútbol se encuentra en mitad del camino. Y no esta hecho una bola. Gau se acerca y se aleja. Curiosa pero con respeto. Al de unos segundos el erizo, cansado de los recortes que le realiza Gau, dignos del mejor rejoneador, se escabulle entre los matorrales. Mi suegro y yo nos miramos. ¡Ostias que rapidez!. No lo hubiésemos creído si no lo hubiesemos visto. El erizo desapareció como un rayo. Reanudamos el camino contentos. Estas pequeñas cosas son las que nos provocan alegría.

  • Proseguimos caminado en la noche. La oscuridad nos rodea, sobre todo en las zonas en las que pasamos bajo las ramas de los árboles. En las zonas más claras comienza a intuirse, por el este, la claridad del día.

  • Después de llevar más de 3,5 kilometros andando, el jersey  polar comienza a sobrar. Hemos comenzado a subir una pequeña cuesta y está amaneciendo. Son algo más de las 7:15 de la mañana.

  • Alrededor del kilómetro 4 llegamos a Premoño. Podemos decir que ya ha amanecido. Pasamos junto a la capilla de Santa Ana. En este pueblo no nos encontramos con nada. No hay servicios. Las ventanas de las casas están cerradas a cal y canto. Es domingo y es muy pronto todavía.
 
Nos encontramos con un camino empedrado

  • Poco después del kilómetro 5 nos encontramos con una triple bifurcación. Nos entra la duda. El mojón parece indicar que sigamos por el sendero del centro, el menos marcado, un sendero que está empedrado en el centro y que deja a uno de sus lados un pequeño arroyo que nos va acompañar durante unos metros. Por desgracia, al de unas decenas de metros, este arroyo entra en el camino. Seguramente la vía de escape habitual del arroyo estará obstruida, así que ha tomado la dirección del camino. Avanzamos chapoteando. Yo voy bien, ya que he traído unas buenas botas, pero Jose está comenzando a mojarse bastante los pies. Y no hay muchas opciones para salir del camino. Estamos encajonados. Menos mal que esta situación  no dura más de 100 metros. Aun así, llevo al suegro con los pies empapados. Menos mal que parece que está apareciendo el sol.

  • Sobre el kilómetro 7 llegamos al pueblo de Paladín. Hemos ido caminando un rato con el caudaloso río Nalón a nuestra izquierda. Al llegar a Paladín parece que nos alejamos de él, pero tras cruzar un puente sobre un riachuelo, volvemos a acercarnos a su cauce. Habrá momentos en los que iremos por un sendero que discurre junto al rió. En otros estaremos un nivel por encima caminado por la carretera general. Pero poco a poco nos iremos acercando al municipio de Peñaflor caminando junto a este caudaloso río.
 
Caminaremos junto al caudaloso río Nalón


    
    Un corzo nos regala la segunda sorpresa de la mañana
    
  • Llegamos a L´ Arache por carretera. Llevamos casi 9, 5 kilómetros de etapa. Esto no tendría mayor importancia (es una aldea muy pequeñita) si no es porque aquí nos encontramos con la segunda sorpresa del día: vemos junto a la carretera una hembra de corzo pastando. Para cuando saco la cámara intentando inmortalizar el momento el animal ya ha emprendido la huida. Aún así, consigo sacarle una foto (bastante borrosa, por cierto) en la que se ve claramente a este cérvido tan habitual en los montes del norte de la península.

  • Al de medio kilómetro de nuestro encuentro con la hembra de corzo, un bar junto a la carretera llama nuestra atención. Esta abierto. Es el Casa Urina, justo antes del puente de Peñaflor. Tiene colocada una terraza fuera en la que nos podemos sentar tranquilos con Gau a tomar un cafecito. Dicho y hecho. Paramos, descansamos un rato, tomamos nuestros café con leche y Sansón (el suegro dice que un vino dulce a primera hora le hace andar mejor) y  continuamos el camino.
 
Roca de Peñaflor
  • Cruzamos el antiguo puente de Peñaflor sobre el río Nalón y nos acercamos al pueblo por la carretera N-634. Aquí, durante unos 200 metros, habrá que extremar la precaución porque apenas hay arcén. Tras este tramo de carretera las señales nos meten en el bonito y pequeño pueblo de Peñaflor. Hay guías que comentan que en el pueblo las señales se vuelven confusas y es mejor continuar por la carretera hasta el pueblo de Grado. No opino lo mismo. El pueblo me pareció que estaba bastante bien señalizado. Las marcas te conducen sin ningún tipo de problema a una pista de tierra (tras pasar un pequeño tunel) que discurre entre campas y te acerca al pueblo de Grado de una manera más sosegada.

  • Poco antes de llegar al kilómetro 13 de la etapa llegamos a la estación de FEVE de Grado. Atravesamos las vías y continuamos hacia el pueblo. Si en algún momento dejáis de ver alguna señal no os preocupéis mucho. El camino cruza todo el pueblo de la parte baja hasta la alta, por la carretera principal, donde casi cuando estamos saliendo veremos un mojón que nos indica la pista que tendremos que coger en ese momento.

  • En Grado paramos a tomar nuestro avituallamiento. Es domingo y es día de mercado. En el parque vemos que están preparando las casetas. Paramos en uno de los locales que se encuentran junto a la zona de mercado y nos sentamos en su terraza a comer un par de bocadillitos. Gau está aquí fuera con nosotros. En las terrazas no hay ningún tipo de problema. Además la gente que está preparando los puestos de los alrededores le hacen todo tipo de gracias cuando ven su colgante de peregrina. Rápidamente se convierte en el centro de atención. Cuando acabamos los bocadillos continuamos andando. Según avanzamos a través del pueblo observamos perplejos que el mercado que montan aquí es grandísimo. Se nota que es uno de los pueblo importantes de la zona.
 
Dejamos atrás el bullicioso pueblo de Grado
  • Sobre el kilómetro 19 pasamos por un alto donde nos encontramos con un desvío a nuestra derecha que nos acercaría al Santuario de nuestra señora del Fresno y al albergue de Cabruñana, pero nosotros continuamos por el camino. La subida hasta esta zona desde Grado se le ha hecho un poco durilla a Jose. No está tan acostumbrado a las cuestas y ha sufrido un poquillo por las pendientes más empinadas, pero esto no ha hecho más que empezar.
 
Cuestas como esta nos hicieron romper a sudar después del avituallamiento



San Marcelo, aldea muy bien cuidada

  • En el descenso vamos a ir atravesando diferentes aldeas. Desde lo alto vemos todo el valle. A nuestra izquierda aparecerá la nueva autopista que se está construyendo en la zona. No podemos impedir el avance de la civilización y la modernización, pero fastidia un poco contemplar como estas infraestructuras empobrecen considerablemente el paisaje. La primera aldea a la que llegamos en nuestro descenso es San Marcelo. La impresión que nos causo fue positiva. Se veía todo muy bien cuidado. Bonito. Con una fuente donde saciar nuestra sed. Desde que comenzamos el descenso hasta el kilómetro 22 nos vamos a encontrar con 3 fuentes. Si hemos vaciado nuestra cantimplora este es un buen momento para rellenarla.

  • Pasando el kilómetro 22 llegamos a Doriga. Junto al camino vemos un bar. El Ca Pacita. Como el sol aprieta ya bastante, paramos a tomar una cerveza fresquita y sentarnos un momento. Tiene una bonita terraza en la que nos quedamos con Gau. Allí entablé conversación con un matrimonio mayor con el que coincidiremos durante un par de etapas más. Él era un asturiano que emigró a Suiza cuando era niño. La mujer era suiza. Ambos hablaban perfectamente castellano, aunque con un acento especial. Simpáticos. El dueño del local también me pareció agradable y le pregunté si conocía algún sitio en el que poder alojarme con la perra. Rápidamente nos ofreció alojamiento. No había ningún problema para que la perra durmiera con nosotros. Declinamos cortésmente. Nos parecía demasiado pronto para parar. Queríamos hacer todavía unos cuantos kilómetros más. Queríamos llegar a Salas. Al comentarle esto nos recomendó el Albergue La Campa. Él conocía al dueño y creía que no habría problema, y si lo había,  me buscaría alguna solución. Le dimos las gracias por todo y continuamos nuestro camino. Es agradable encontrarte con gente que está dispuesta ayudarte.

Tarjeta que nos dieron en el "Ca pacita"

    
    Plantación de kiwis junto a Casas del puente
    
  • Abandonamos Doriga y pasando junto a una cantera, donde ahora están construyendo un viaducto para la nueva autopista, nos acercamos hasta Casas del puente. El camino no está muy bien. Ha habido algún desprendimiento y hay que andar entre piedras antes de llegar a un par de granjas ganaderas en las que nos encontramos con dos grandes mastines. Pasamos junto a ellos antes de llegar al cruce de carreteras que es Casas del puente. Junto a la carretera nos encontramos con una plantación de kiwis. Curioso. Nosotros seguimos hacia el puente que se encuentra sobre el río Narcea, antesala del municipio de Cornellana.
  • Cuando estábamos cerca de llegar a los 26 kilómetros de etapa atravesamos el puente de Cornellana. El río tiene una anchura considerable, aunque poca profundidad. Según hemos leído en un parque que hemos atravesado hace un momento es el río Narcea, paraíso de las truchas y de los salmones.
 
El paraiso de los pescadores. El río Narcea


  • Entramos en Cornellana y aquí realizamos la primera gran cagada del camino. Una vez dentro del municipio de Cornellana hay que torcer a la izquierda hacia el monasterio de El Salvador, que se encuentra muy próximo pero semiescondido. A partir de ahí se continuaría por la margen izquierda del río Nonaya. Nosotros no llegamos a girar. Atravesamos el pueblo de Cornellana completamente y seguimos por una carretera en la que apenas había arcén durante lo menos 7 kilómetros (no sabría decirlo con exactitud). Este tramo se hizo insufrible. El sol calentaba con fuerza. Nos acercábamos a las 2 del mediodía y no había una sombra en todo el camino. Yo notaba que Gau tiraba mucho para atrás. Me imaginaba que su instinto de pastor le hacía vigilar a Jose, que venía por detrás. ¡Pero que equivocado estaba! La pobre estaba asfixiada por el calor. Me di cuenta de ello cuando decidió tirarse al suelo diciendo basta bajo la sombra de un viejo caserón. Pobrecita. Inmediatamente saque su bebedero y la botella de agua, que la tenía llena. Bebió con ansía, pero tampoco demasiada cantidad. Estaba un poco aplatanada. El resto del agua se lo fui echando poco a poco en la cabeza y en el lomo, guardando un poco por si era necesaria mas adelante.

    
    Volvemos al camino correcto
    
  • El río estaba cerca, aunque la maleza impedía que pudiéramos bajar a él. En un tramo en el que veo que puedo acercarme al río bajo con Gau y la mojo completamente. Bebe directamente del río. Parece revivir. Es como si fuera otra perra. Vuelve a estar llena de energía. Ya ha pasado lo peor.

  • Volvemos a encontrar el camino correcto. Salimos de la carretera que tan mal momento nos ha hecho pasar y continuamos por una pista de tierra junto a un riachuelo. Gau bebe cada poco. Llevaremos unos 32 kilómetros recorridos y las ganas de llegar a Salas cada vez son más grandes.

  • Al fondo comenzamos a ver nuestra meta. Estamos en Casazorrina. El final de la etapa está cerca


Algunas casas muestran este estupendo aspecto


  • Final de etapa. Hemos recorrido 35,12 kilómetros. Llegamos a Salas sufriendo. El calor no está machacando. Según vamos entrando en el núcleo urbano vemos mucho movimiento. Hay feria. La mayoría de los puestos están empezando a recoger el material. Veo los quesos que todavía quedan expuesto y mis jugos gástricos empiezan a moverse. Ya va siendo hora de comer.
 
La feria del queso llega a su fin. Comienzan a recoger los puestos

  • Llegamos a la plaza del pueblo y paramos a tomar una jarra de cerveza con limón en el bar La Campa (que es el nombre de la plaza en la que estamos). Tras refrescarnos nos acercamos al albergue que nos habían recomendado en Ca Pacita, que está en ésta misma plaza. El hospitalero, tras explicarles nuestra situación, nos dice que de momento, como había poca gente, sin problema. Que nos pondría en la habitación de abajo, que estaba vacía, y que luego veríamos. Nos recomienda para ir a comer al Castillo Valdés, en la misma plaza, que tienen menú de peregrino. Como ya es tarde nos dirigimos allí, pero está bastante lleno. Se nota la influencia de la feria. Después de hablar con la responsable y preguntarle si podríamos comer con Gau en una terraza interior que tenían, quedamos con ella para las 16:15, hora en la que dice que podríamos entrar a comer. El restaurante casa Pachón, en la misma plaza, también había recibido buenas recomendaciones, pero está bastante lleno y tiene poco sitio. Tenemos que pensar en Gau.
 
Terraza del Hotel-restaurante Castillo de Valdés, donde comimos

  • Cuando volvemos vamos directos a la terraza. El servicio es bastante lento. Están superados por la afluencia de gente. Encima cuando nos toman nota nos dicen que no tienen menú de peregrino. En su defecto nos ofrece un menú de fin de semana (22 euros creo recordar). Como es bastante tarde y tenemos hambre aceptamos, pero no podemos estar comiendo todos los días a este precio. Siendo sinceros tengo que reconocer que la comida estaba bastante buena. Y la botella de crianza que acompañaba al menú entraba muy bien. A los dos platos y el postre le sumamos un café con leche y dos txupitos de hierbas (uno cada uno). Total 49 euros. ¡Tenemos que comer por la mitad de dinero!. Si no nos va a salir un ojo de la cara. Aunque por lo menos la comida estuvo bien. Eso no lo voy a negar.

Paseo junto al rio Nonaya

    Fachada el albergue la Campa
  • Después de comer volvemos al albergue y nada más llegar el hospitalero viene hasta donde mi y me dice que me tiene que cambiar, que ha venido más gente y queme ha buscado una alternativa. Me lleva arriba y me enseña una habitación que tiene de almacén, la cual ha sido despejada y en la que ha colocado una cama plegable. Me dice a ver si tendría algún problema de dormir allí. Para mi es perfecto. La opción que me ofrece me convence inmediatamente. Una habitación individual en la que no tendré que estar tan atento por lo que pueda hacer Gau. Subo mis cosas y dejo a Jose echando la siesta en la habitación de abajo. Tras intentar hacer lo mismo y no conseguirlo me bajo a dar un paseo por el pueblo. Gau conmigo, por supuesto. El pueblo es bonito. Junto al río Nonoya, que atraviesa el municipio, han construido una especie de paseo. Doy unas vueltas y me encuentro con las chicas madrileñas. Ellas están en el albergue municipal, que está más abajo. Charlo un ratito con ellas sobre la etapa y nos despedimos al de un rato. Yo voy a buscar a Jose. Salimos a cenar un bocadillo en el bar La campa, donde habíamos estado al mediodía. El pueblo está muerto. Ha habido un cambio radical. Como de la noche al día. Llegamos al bar y no nos permiten entrar con Gau. El bar está totalmente vacio y al mediodía incluso se había acercado a acariciar a Gau  antes de traerle un cuenco con agua. No lo entiendo, pero bueno, el local es suyo y son dueños de sus decisiones. Tomamos un par de bocadillitos en la terraza acompañados de una cerveza y nos volvemos al albergue. Hace bastante frío y aquí ya no pintamos nada.


Paseo junto al río Nonaya. Bonito y agradable de recorrer



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