martes, 21 de mayo de 2013

CAMINO PRIMITIVO CON PERRO. Etapa 02. De Salas a Tineo



Antiguo molino y arroyo que baja del monte

La etapa del lunes, aunque nos parecía corta, decidimos hacerla de esta forma y así volver a las previsiones iniciales. Además, después de Tineo, según nos dijeron, no teníamos alojamiento en una distancia de unos 15 kilómetros, con lo que la etapa se volvía demasiado larga. Teniendo en cuenta que hoy era el primer día en que, según todas las guías, comenzábamos a encontrarnos con duros repechos, que todavía tenemos que rodarnos un poco más en las cuestas (algunos más que otros), y que las tres etapas posteriores a ésta van a ser bastante durillas, decidimos realizar una etapa algo más tranquila. A posteriori, comprobamos que hicimos bien. No hay que emocionarse en las primeras etapas. Al final, los excesos del principio, pueden pasar factura. Es mejor rodarse un poco en las primeras etapas para evitar tener que dar por finalizada la aventura antes de tiempo por una lesión inoportuna.











DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA




Salas – Tineo (20.55 kilómetros)


  • Este es el día que más tarde nos vamos a levantar en todo el Camino Primitivo. A las 7:15 de la mañana. Como la etapa va a ser corta decidimos desayunar en el mismo albergue, que nos ofrece esa posibilidad. Allí coincidiremos con una mujer americana que sabia castellano, una señora inglesa que iba con ella y un joven checo que realizaba el camino en solitario. Converso un poco con ellos. A lo indio. Pero bueno, para entendernos en lo básico ya valía. A los tres volveremos a verlos en el albergue de Tineo. El desayuno consiste en un zumo de naranja recién exprimido, un café con leche de puchero, un croissant  (con mantequilla o mermelada si quieres), unas galletas y un yogurt. La verdad es que no nos convence mucho. Nosotros, a primera hora de la mañana, solemos tener el estomago cerrado. Y en esta ocasión no es diferente. Además somos más de desayunar cosas saladas. Con un buen trozo de pan si puede ser je je. Picamos algo antes de salir y nos despedimos de Miguel (el hospitalero) dándole las gracias por su amabilidad. Se portó bien con nosotros.

  • Inicio de etapa. Kilómetro 0,00. Salimos del albergue La Campa de Salas a las 8:00 de la mañana. Ya es de día. Está nublado, pero la temperatura es bastante buena. Nos dirigimos a la parte alta de la plaza, que es por donde continúa el camino. Todos los días, después de haber comido y descansado, dábamos una vuelta por la zona comprobando por donde continuaba la siguiente etapa. Si sales de noche puedes tener problemas. De esta forma intentábamos evitarlos.
 
Pista de tiera que nos encontramos tras Salas
  • Comenzamos a ascender por una pista forestal. El río Nonoya se encuentra a nuestra derecha. Poco después de llevar medio kilómetro andando nos encontramos con una fuente. La fuente de Paine. Como no había llenado la botella de agua lo hago ahora. A nuestra izquierda, a medida que subimos, iremos viendo en ocasiones el viaducto de la autopista entre los árboles.

  • Entre los kilómetros 2 y 3 atravesamos un par de puentes, ambos del siglo XVIII, que evitan los arroyos que se forman en épocas de lluvia y que destrozaban los caminos. En este tramo nos encontramos por primera vez con Pepe, de Oviedo. Un hombre que vino solo a hacer el camino y con el entablaremos una relación a lo largo del camino. Le cogemos, charlamos un rato con él, y le dejamos atrás. En las cuestas sufre incluso algo más que Jose. El sigue a su ritmo poco a poco sin apenas parar.
 
La nueva autopista y los molinos de viento aparecen al principio de etapa
  • Una vez llegados al tercer kilómetro nos encontramos con la carretera N-634. Hasta este momento y desde que hemos salido no hemos hecho nada más que ascender. En este tramo que discurre durante unas decenas de metros por la carretera nacional la pendiente se relaja, aunque solo durante un rato. Cuando cogemos la pista de tierra de nuevo volvemos a subir. La nueva autopista nos la vamos encontrando cada cierto tiempo.

  • Un par de cientos de metros antes de llegar a los 6 kilómetros parece que la cuesta termina. Por lo menos por ahora. Estamos a 668 metros de altitud y estamos cruzando la aldea de Porciles. Esta era la tan temida primera ascensión. Tampoco ha sido tan fiero el león como lo pintaban… Ha habido tramos en los que la pendiente si que era bastante acusada, pero tampoco eran demasiado largos. En Porciles no encontramos ningún servicio, así que continuamos andando.
 
Aldea de Porciles. A partir de aquí la cuesta se relaja bastante
  • A partir de este momento llaneamos durante un buen rato. Solo nos encontramos alguna que otra ondulación en el camino antes de llegar a La Espina, localidad que se rodea por la parte de atrás. Salimos de nuevo a la carretera general junto a la iglesia, pero solo será durante unos metros, ya que pasado el pueblo volvemos a coger diferentes pistas y carreteras vecinales. En el pueblo de La Espina paramos a tomar una Coca cola y comer un bocadillito en el primer bar que nos encontramos sin tener que salirnos del camino. Este es el único pueblo intermedio en la etapa de hoy en el que encontraremos diferentes servicios.
 
Paisajes que nos encontramos una vez pasado La Espina

  • Sobre el kilómetro 10 nos encontramos con la fuente del Reconco. Hace un rato que hemos salido del pueblo de La Espina y vamos avanzando entre vaquerías. El olor, en ocasiones, es muy intenso. Por detrás veo que las chicas madrileñas están cerca de nosotros, pero solo es un espejismo. Por l o que me contaron posteriormente suelen parar a hacer fotos u observar aquello que les llama la atención, así que el acercamiento que hicieron durante nuestra parada en La Espina rápidamente fue anulado por nuestro cansino y continuo caminar. También nos encontramos con la pareja veterana de Suizos, a los que tras una breve charla, también dejamos atrás.
 
Jose intentando evitar el barro del camino

  • Entre el kilómetro 10 y 11 de la etapa nos encontramos con tramos que se encuentran completamente embarrados. La mezcla de barro y excrementos de vaca hacen difícil que avancemos sin mancharnos. En más de una ocasión habrá que buscar alternativas como la de caminar por encima de los muros. En estos tramos se vuelven totalmente necesarias unas buenas botas, las cuales sobrarán en los tramos de asfalto que nos encontraremos posteriormente en tierras gallegas.

  • Poco después del kilómetro 12 una fuente con la imagen del apóstol Santiago llama mi atención. Es la primera vez que lo veo, pero no será la última. A lo largo del camino primitivo lo veré en más de una ocasión, tanto en Asturias como en Galicia. Continuamos entre vaquerías y prados. La carretera general la podemos ver a nuestra izquierda.

  • Después del descanso que supone el no tener que subir ninguna cuesta pronunciada, volvemos a las andadas. Ascendemos por pistas transitadas habitualmente por ganado. El ascenso es suave, pero continuo. En torno al kilómetro 14 vemos a nuestra izquierda un gran polígono industrial. No se si pertenecerá al municipio de Tineo, pero el tamaño es considerable. Estamos atravesando multitud de arroyos. Perfecto para Gau. No tengo que insistirle que beba. Lo puede hacer en cualquier momento, cuando le apetezca. Además hoy el sol está oculto como por un velo, por una especie de bruma que no nos abandonará en todo el día.
 
Fuente con el apostol Santiago

  • Durante este tramo atravesamos granjas ganaderas diseminadas a lo largo del camino. Rodeamos grandes prados, caminamos por pistas que son mitad barro mitad piedras, nos cruzamos con vacas…
 
Las mujeres sostienen con pericia la ganadería en la zona

  • E
    Camino de los frailes
    n torno al kilómetro 19 vemos que estamos llegando a Tineo. Entramos al municipio por la zona del campo de fútbol. Aquí vemos el bar la casita junto a la ermita de San Roque. Hay un parquecito y una fuente. Como vamos con mucho tiempo de sobra paramos a tomar algo. Nos estamos acercando al mediodía y hoy, como habíamos desayunado, apenas habíamos almorzado, con lo que una racioncita de patatas bravas acompañada por una cervecita entra de maravilla. Estando allí sentados tranquilamente (tomamos un par de cervezas) vemos pasar a las chicas madrileñas y a Pepe. Les saludamos desde nuestra aventajada posición y se ríen ante nuestra tranquilidad. – ¡Como vivís! – Nos gritan.

  • Tras deleitarnos con este pequeño avituallamiento continuamos hacía Tineo. Para ir al albergue municipal hay una cuesta a mano izquierda desde la zona de San Roque que te llevaría directamente hacía él, pero nosotros decidimos bajar al centro del pueblo siguiendo las marcas del camino por el paseo conocido como “camino de los frailes”. Desde él podemos observar el pueblo de Tineo, que se asienta a lo largo de toda la ladera del monte.
 

Gau en el camino de los frailes

  • Final de etapa. Hemos recorrido 20,55 kilómetros. Estamos en la plaza del ayuntamiento de Tineo. Me acerco al ayuntamiento a preguntar si saben si podríamos dormir en el albergue con nuestra perrita. No saben nada, pero cree que si. Tomamos algo en el centro del pueblo y nos acercamos hasta el albergue, que está a un kilómetro más o menos del centro.

  • El albergue Mather Christi está cerrado. Está justo bajo la sede de comisiones obreras (creo. Un sindicato era fijo). Decidimos ir a tomar algo y según nos acercamos al bar Stop recuerdo haber leído en internet que las llaves del albergue se recogían allí. También se podían recoger en la cafetería alhambra y en el hotel Don Miguel, todos muy cerca del albergue Mather Christi de Tineo. Según entramos nos encontramos de nuevo con las chicas madrileñas, que habían venido a buscar las llaves. Como no habíamos sellado la credencial en todo el día lo hacemos aquí. Mientras seguimos con nuestra consumición las chicas se adelantan y se acercan al albergue. En un momento volveríamos a estar con ellas.


Albergue. Foto de http://caminodesantiago.consumer.es
 
  • Vamos a entrar en el albergue y veo un cartel que indica que no se permiten animales. Aún así entramos. Solo están las chicas. Investigamos por el albergue y nos señalan una habitación que pone reservado en la que hay dos camas. Se iban a meter ellas pero la habitación les pareció húmeda. Vamos a verla y nos metenos allí. Cuando venga el hospitalero le preguntaremos si podemos quedarnos para no molestar a nadie, pero de mientras, ocupamos el sitio por si acaso. La habitación es muy, muy húmeda. Y huele a polvo. El albergue, en general, necesita una buena limpieza. Nos da igual. Solo queremos un sitio en el que poder descansar. Dejamos nuestras cosas y nos vamos en busca de un sitio cercano para comer.

  • Lo único que encontramos en la zona para comer en plato es el Hotel Don Miguel. El comedor lo tiene al fondo del restaurante, pero en la entrada tiene unas mesas para tomar café, junto a la cristalera. En la puerta hay un cártel que indica la prohibición de entrada para los perros. Yo de todas formas pregunto si podríamos comer en las mesas de fuera, con la perra entre nuestros pies. No nos dejan. Pregunto si de todas formas podríamos comer nosotros en las mesas de fuera, dejando a la perra atada en la calle y de esta forma tenerla vigilada en todo momento. Esto si me lo permiten. Dejamos nuestras cosas en una mesa de la esquina, junto al ventanal para que Gau pueda vernos y esté más tranquila. La ato a una tubería del desagüe y nos metemos a comer. Como he traído su comedero plegable, entre plato y plato le voy sacando las sobras (y lo que no son sobras). Hemos podido solucionar el problema sin demasiadas complicaciones, aunque hubiera preferido que Gau estuviera bajo mis pies.
 
Vista desde el mirador de Tineo, camino del albergue
  • Volvemos al albergue y nos echamos un rato. Al de un rato alguien entra en la habitación. Es el hospitalero. Me levanto para hablar con él. – Te estábamos esperando para preguntarte a ver si podríamos dormir aquí con nuestra perrita para no molestar a nadie…- No se lo piensa mucho – Si hombre, aquí si. He entrado porque suele aparecer por aquí un loco y se mete en la habitación de vez en cuando, pero tranquilos, que si hay gente no viene. El hospitalero sale a dar de alta a todos los peregrinos y yo, al de unos minutos, detrás. Voy con mi credencial y con la de Jose. Le dejo que esté un rato más tumbado mientras yo hablo con el hospitalero. Parece que no hay problema. En este momento conozco a los granadinos Ángel y Emilio, con los cuales continuaremos coincidiendo a lo largo del camino hasta llegar a Santiago de Compostela.
 
Preciosa granja que vimos en la etapa de hoy

  • Aprovecho para ducharme y cambiarme. Luego lo hace Jose. Salimos a dar una vuelta con la intención de comprar algo de avituallamiento para la etapa de mañana, ya que durante los15 primeros kilómetros no vamos a encontrar nada. Tras la compra vamos a tomar algo a la zona del ayuntamiento. Allí nos encontramos con Pepe el ovetense, que se sienta con nosotros. Tomamos algo con él y charlamos un rato, conociéndonos un poco más. El tiene intención de ir a cenar a un restaurante que hay cerca. Nosotros, con unos bokatas, hacemos el día. Nos despedimos y cada uno vamos para un lado a llevar a cabo nuestras ideas.

  • Paramos en una cafetería que vemos de camino al albergue nada más salir de la plaza del ayuntamiento. Preguntamos si podemos entrar con la perra y nos lo permite. Nos hace unos bokatas al momento que devoramos en pocos minutos. Cumplimos con el ritual del café y los txupitos y volvemos hacia el albergue. Está anocheciendo y mañana hay que madrugar.
 



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lunes, 20 de mayo de 2013

CAMINO PRIMITIVO CON PERRO. Etapa 01. De El Escamplero a Salas

Según teníamos planeado el domingo, 21 de abril de 2013, era el día señalado. Estaba en rojo en nuestro calendario porque era el día que íbamos a comenzar nuestra peregrinación hacia Santiago de Compostela. Por circunstancias de la vida, finalmente, habíamos comenzado medio día antes (la tarde del sábado).  De esta forma, el itinerario, así como las distancias, se habían modificado. Nuestras previsiones para los dos primeros días eran las siguientes:

- Domingo 21. Etapa 1. De Oviedo a Cornellana. 32,10 kilómetros.
- Lunes 22. Etapa 2. De Cornellana a Tineo. 29,00 kilómetros.

Al comenzar medio día antes el itinerario, sin embargo, fue el siguiente:

- Sábado 20. A la tarde. Etapa 0. De Oviedo a El Escamplero. 13,03 kilómetros.
- Domingo 21. Etapa 1. De El Escamplero a Salas. 35,12 kilómetros
- Lunes 22. Etapa 2. De Salas a Tineo. 20, 55 kilómetros.

Como podréis comprobar los kilómetros no coinciden. Al de varios días me di cuenta que en cada etapa, normalmente, solía haber algún kilómetro más de lo que marcan las guías. Aunque tampoco es exagerada la diferencia. 


Hay tramos en los que la nueva autopista afea el paisaje
Aunque todavía se van a ver vestigios de civilización (como la nueva autopista que se está construyendo por tramos y que afea un poco el paisae), en esta etapa se puede decir que comenzamos realmente el Camino Primitivo a Santiago de Compostela. Lo del día anterior  se podría calificar de etapa prólogo. De un calentamiento. De una bravuconada de dos culos inquietos impacientes por comenzar su aventura.

A través de esta etapa comenzamos a sentir lo que en el fondo iba a ser el Camino Primitivo. Según me contó mi suegro, empezamos a realizar una peregrinación que nada tiene que ver con la que se realiza a través del Camino Francés. Emprendimos un viaje más solitario, más íntimo, más cercano a la naturaleza, alejándonos de la romería en la que se ha convertido el Camino Francés debido, sobre todo, a la masificación, y que, irremediablemente, nos encontraríamos a partir del municipio de Melide, pueblo en el que estos dos caminos se unen para convertirse en uno y llegar hasta la Catedral donde reposan los restos del Santo.


Vistas de un paisaje cercano al río Narcea y Cornellana


 DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA




El Escamplero – Salas (35,12 kilómetros)



 A primera hora el frontal se vuelve indispensable
  • Inicio de etapa. Kilómetro 0,00. Nos despertamos a las 6:00 de la mañana. Somos los primeros en levantarnos. Como el resto de peregrinos sigue durmiendo, intentamos hacer el menor ruido posible. Lo primero que hago antes de nada es soltar a Gau de la litera (no quería que se fuera durante la noche de paseo a investigar y evitar posibles complicaciones). La llevo a la cocina y la ato a la mesa. Según se levanta está muy activa, se emociona ante la perspectiva de salir de casa, con lo que tengo que intentar tranquilizarla. Cogemos nuestras cosas y salimos definitivamente de la habitación donde se encuentran las literas hasta la habitación que sirve de cocina y comedor, donde nos espera Gau.. Nos vestimos. En el momento en el que nos estamos poniendo las botas las dos chicas madrileñas hacen acto de presencia. Como nosotros no desayunamos tan pronto (el estómago está todavía cerrado), nos despedimos de ellas y salimos del albergue. La noche es cerrada. Todavía no se atisba la claridad que precede al amanecer por ningún lado. Salimos a la carretera por la que llegamos el día anterior y continuamos con la dirección que traíamos.

  • Hay que estar muy atentos. La noche es cerrada y hay que fijarse en las señales que nos indican el camino. Al principio las farolas que hay junto a la carretera en las aldeas nos ayudan pero cuando comenzamos a meternos por pistas y senderos en los que la luz artificial desaparece se vuelve totalmente necesaria la ayuda de un frontal o una linterna. Yo llevo colocado mi frontal en la cabeza desde que he salido de la habitación donde dormíamos.
 
Primera sorpresa de la mañana. Un erizo nos da los buenos días nada más salir

  • Cuando llevábamos algo más de un kilómetro andado, nos encontramos con la primera sorpresa de la mañana. Una piedra grande parece que se mueve. Gau se acerca rápidamente, aunque con cierta reticencia. Nos acercamos más y podemos contemplar bien aquello que nos había llamado la atención. Un erizo del tamaño de un balón de fútbol se encuentra en mitad del camino. Y no esta hecho una bola. Gau se acerca y se aleja. Curiosa pero con respeto. Al de unos segundos el erizo, cansado de los recortes que le realiza Gau, dignos del mejor rejoneador, se escabulle entre los matorrales. Mi suegro y yo nos miramos. ¡Ostias que rapidez!. No lo hubiésemos creído si no lo hubiesemos visto. El erizo desapareció como un rayo. Reanudamos el camino contentos. Estas pequeñas cosas son las que nos provocan alegría.

  • Proseguimos caminado en la noche. La oscuridad nos rodea, sobre todo en las zonas en las que pasamos bajo las ramas de los árboles. En las zonas más claras comienza a intuirse, por el este, la claridad del día.

  • Después de llevar más de 3,5 kilometros andando, el jersey  polar comienza a sobrar. Hemos comenzado a subir una pequeña cuesta y está amaneciendo. Son algo más de las 7:15 de la mañana.

  • Alrededor del kilómetro 4 llegamos a Premoño. Podemos decir que ya ha amanecido. Pasamos junto a la capilla de Santa Ana. En este pueblo no nos encontramos con nada. No hay servicios. Las ventanas de las casas están cerradas a cal y canto. Es domingo y es muy pronto todavía.
 
Nos encontramos con un camino empedrado

  • Poco después del kilómetro 5 nos encontramos con una triple bifurcación. Nos entra la duda. El mojón parece indicar que sigamos por el sendero del centro, el menos marcado, un sendero que está empedrado en el centro y que deja a uno de sus lados un pequeño arroyo que nos va acompañar durante unos metros. Por desgracia, al de unas decenas de metros, este arroyo entra en el camino. Seguramente la vía de escape habitual del arroyo estará obstruida, así que ha tomado la dirección del camino. Avanzamos chapoteando. Yo voy bien, ya que he traído unas buenas botas, pero Jose está comenzando a mojarse bastante los pies. Y no hay muchas opciones para salir del camino. Estamos encajonados. Menos mal que esta situación  no dura más de 100 metros. Aun así, llevo al suegro con los pies empapados. Menos mal que parece que está apareciendo el sol.

  • Sobre el kilómetro 7 llegamos al pueblo de Paladín. Hemos ido caminando un rato con el caudaloso río Nalón a nuestra izquierda. Al llegar a Paladín parece que nos alejamos de él, pero tras cruzar un puente sobre un riachuelo, volvemos a acercarnos a su cauce. Habrá momentos en los que iremos por un sendero que discurre junto al rió. En otros estaremos un nivel por encima caminado por la carretera general. Pero poco a poco nos iremos acercando al municipio de Peñaflor caminando junto a este caudaloso río.
 
Caminaremos junto al caudaloso río Nalón


    
    Un corzo nos regala la segunda sorpresa de la mañana
    
  • Llegamos a L´ Arache por carretera. Llevamos casi 9, 5 kilómetros de etapa. Esto no tendría mayor importancia (es una aldea muy pequeñita) si no es porque aquí nos encontramos con la segunda sorpresa del día: vemos junto a la carretera una hembra de corzo pastando. Para cuando saco la cámara intentando inmortalizar el momento el animal ya ha emprendido la huida. Aún así, consigo sacarle una foto (bastante borrosa, por cierto) en la que se ve claramente a este cérvido tan habitual en los montes del norte de la península.

  • Al de medio kilómetro de nuestro encuentro con la hembra de corzo, un bar junto a la carretera llama nuestra atención. Esta abierto. Es el Casa Urina, justo antes del puente de Peñaflor. Tiene colocada una terraza fuera en la que nos podemos sentar tranquilos con Gau a tomar un cafecito. Dicho y hecho. Paramos, descansamos un rato, tomamos nuestros café con leche y Sansón (el suegro dice que un vino dulce a primera hora le hace andar mejor) y  continuamos el camino.
 
Roca de Peñaflor
  • Cruzamos el antiguo puente de Peñaflor sobre el río Nalón y nos acercamos al pueblo por la carretera N-634. Aquí, durante unos 200 metros, habrá que extremar la precaución porque apenas hay arcén. Tras este tramo de carretera las señales nos meten en el bonito y pequeño pueblo de Peñaflor. Hay guías que comentan que en el pueblo las señales se vuelven confusas y es mejor continuar por la carretera hasta el pueblo de Grado. No opino lo mismo. El pueblo me pareció que estaba bastante bien señalizado. Las marcas te conducen sin ningún tipo de problema a una pista de tierra (tras pasar un pequeño tunel) que discurre entre campas y te acerca al pueblo de Grado de una manera más sosegada.

  • Poco antes de llegar al kilómetro 13 de la etapa llegamos a la estación de FEVE de Grado. Atravesamos las vías y continuamos hacia el pueblo. Si en algún momento dejáis de ver alguna señal no os preocupéis mucho. El camino cruza todo el pueblo de la parte baja hasta la alta, por la carretera principal, donde casi cuando estamos saliendo veremos un mojón que nos indica la pista que tendremos que coger en ese momento.

  • En Grado paramos a tomar nuestro avituallamiento. Es domingo y es día de mercado. En el parque vemos que están preparando las casetas. Paramos en uno de los locales que se encuentran junto a la zona de mercado y nos sentamos en su terraza a comer un par de bocadillitos. Gau está aquí fuera con nosotros. En las terrazas no hay ningún tipo de problema. Además la gente que está preparando los puestos de los alrededores le hacen todo tipo de gracias cuando ven su colgante de peregrina. Rápidamente se convierte en el centro de atención. Cuando acabamos los bocadillos continuamos andando. Según avanzamos a través del pueblo observamos perplejos que el mercado que montan aquí es grandísimo. Se nota que es uno de los pueblo importantes de la zona.
 
Dejamos atrás el bullicioso pueblo de Grado
  • Sobre el kilómetro 19 pasamos por un alto donde nos encontramos con un desvío a nuestra derecha que nos acercaría al Santuario de nuestra señora del Fresno y al albergue de Cabruñana, pero nosotros continuamos por el camino. La subida hasta esta zona desde Grado se le ha hecho un poco durilla a Jose. No está tan acostumbrado a las cuestas y ha sufrido un poquillo por las pendientes más empinadas, pero esto no ha hecho más que empezar.
 
Cuestas como esta nos hicieron romper a sudar después del avituallamiento



San Marcelo, aldea muy bien cuidada

  • En el descenso vamos a ir atravesando diferentes aldeas. Desde lo alto vemos todo el valle. A nuestra izquierda aparecerá la nueva autopista que se está construyendo en la zona. No podemos impedir el avance de la civilización y la modernización, pero fastidia un poco contemplar como estas infraestructuras empobrecen considerablemente el paisaje. La primera aldea a la que llegamos en nuestro descenso es San Marcelo. La impresión que nos causo fue positiva. Se veía todo muy bien cuidado. Bonito. Con una fuente donde saciar nuestra sed. Desde que comenzamos el descenso hasta el kilómetro 22 nos vamos a encontrar con 3 fuentes. Si hemos vaciado nuestra cantimplora este es un buen momento para rellenarla.

  • Pasando el kilómetro 22 llegamos a Doriga. Junto al camino vemos un bar. El Ca Pacita. Como el sol aprieta ya bastante, paramos a tomar una cerveza fresquita y sentarnos un momento. Tiene una bonita terraza en la que nos quedamos con Gau. Allí entablé conversación con un matrimonio mayor con el que coincidiremos durante un par de etapas más. Él era un asturiano que emigró a Suiza cuando era niño. La mujer era suiza. Ambos hablaban perfectamente castellano, aunque con un acento especial. Simpáticos. El dueño del local también me pareció agradable y le pregunté si conocía algún sitio en el que poder alojarme con la perra. Rápidamente nos ofreció alojamiento. No había ningún problema para que la perra durmiera con nosotros. Declinamos cortésmente. Nos parecía demasiado pronto para parar. Queríamos hacer todavía unos cuantos kilómetros más. Queríamos llegar a Salas. Al comentarle esto nos recomendó el Albergue La Campa. Él conocía al dueño y creía que no habría problema, y si lo había,  me buscaría alguna solución. Le dimos las gracias por todo y continuamos nuestro camino. Es agradable encontrarte con gente que está dispuesta ayudarte.

Tarjeta que nos dieron en el "Ca pacita"

    
    Plantación de kiwis junto a Casas del puente
    
  • Abandonamos Doriga y pasando junto a una cantera, donde ahora están construyendo un viaducto para la nueva autopista, nos acercamos hasta Casas del puente. El camino no está muy bien. Ha habido algún desprendimiento y hay que andar entre piedras antes de llegar a un par de granjas ganaderas en las que nos encontramos con dos grandes mastines. Pasamos junto a ellos antes de llegar al cruce de carreteras que es Casas del puente. Junto a la carretera nos encontramos con una plantación de kiwis. Curioso. Nosotros seguimos hacia el puente que se encuentra sobre el río Narcea, antesala del municipio de Cornellana.
  • Cuando estábamos cerca de llegar a los 26 kilómetros de etapa atravesamos el puente de Cornellana. El río tiene una anchura considerable, aunque poca profundidad. Según hemos leído en un parque que hemos atravesado hace un momento es el río Narcea, paraíso de las truchas y de los salmones.
 
El paraiso de los pescadores. El río Narcea


  • Entramos en Cornellana y aquí realizamos la primera gran cagada del camino. Una vez dentro del municipio de Cornellana hay que torcer a la izquierda hacia el monasterio de El Salvador, que se encuentra muy próximo pero semiescondido. A partir de ahí se continuaría por la margen izquierda del río Nonaya. Nosotros no llegamos a girar. Atravesamos el pueblo de Cornellana completamente y seguimos por una carretera en la que apenas había arcén durante lo menos 7 kilómetros (no sabría decirlo con exactitud). Este tramo se hizo insufrible. El sol calentaba con fuerza. Nos acercábamos a las 2 del mediodía y no había una sombra en todo el camino. Yo notaba que Gau tiraba mucho para atrás. Me imaginaba que su instinto de pastor le hacía vigilar a Jose, que venía por detrás. ¡Pero que equivocado estaba! La pobre estaba asfixiada por el calor. Me di cuenta de ello cuando decidió tirarse al suelo diciendo basta bajo la sombra de un viejo caserón. Pobrecita. Inmediatamente saque su bebedero y la botella de agua, que la tenía llena. Bebió con ansía, pero tampoco demasiada cantidad. Estaba un poco aplatanada. El resto del agua se lo fui echando poco a poco en la cabeza y en el lomo, guardando un poco por si era necesaria mas adelante.

    
    Volvemos al camino correcto
    
  • El río estaba cerca, aunque la maleza impedía que pudiéramos bajar a él. En un tramo en el que veo que puedo acercarme al río bajo con Gau y la mojo completamente. Bebe directamente del río. Parece revivir. Es como si fuera otra perra. Vuelve a estar llena de energía. Ya ha pasado lo peor.

  • Volvemos a encontrar el camino correcto. Salimos de la carretera que tan mal momento nos ha hecho pasar y continuamos por una pista de tierra junto a un riachuelo. Gau bebe cada poco. Llevaremos unos 32 kilómetros recorridos y las ganas de llegar a Salas cada vez son más grandes.

  • Al fondo comenzamos a ver nuestra meta. Estamos en Casazorrina. El final de la etapa está cerca


Algunas casas muestran este estupendo aspecto


  • Final de etapa. Hemos recorrido 35,12 kilómetros. Llegamos a Salas sufriendo. El calor no está machacando. Según vamos entrando en el núcleo urbano vemos mucho movimiento. Hay feria. La mayoría de los puestos están empezando a recoger el material. Veo los quesos que todavía quedan expuesto y mis jugos gástricos empiezan a moverse. Ya va siendo hora de comer.
 
La feria del queso llega a su fin. Comienzan a recoger los puestos

  • Llegamos a la plaza del pueblo y paramos a tomar una jarra de cerveza con limón en el bar La Campa (que es el nombre de la plaza en la que estamos). Tras refrescarnos nos acercamos al albergue que nos habían recomendado en Ca Pacita, que está en ésta misma plaza. El hospitalero, tras explicarles nuestra situación, nos dice que de momento, como había poca gente, sin problema. Que nos pondría en la habitación de abajo, que estaba vacía, y que luego veríamos. Nos recomienda para ir a comer al Castillo Valdés, en la misma plaza, que tienen menú de peregrino. Como ya es tarde nos dirigimos allí, pero está bastante lleno. Se nota la influencia de la feria. Después de hablar con la responsable y preguntarle si podríamos comer con Gau en una terraza interior que tenían, quedamos con ella para las 16:15, hora en la que dice que podríamos entrar a comer. El restaurante casa Pachón, en la misma plaza, también había recibido buenas recomendaciones, pero está bastante lleno y tiene poco sitio. Tenemos que pensar en Gau.
 
Terraza del Hotel-restaurante Castillo de Valdés, donde comimos

  • Cuando volvemos vamos directos a la terraza. El servicio es bastante lento. Están superados por la afluencia de gente. Encima cuando nos toman nota nos dicen que no tienen menú de peregrino. En su defecto nos ofrece un menú de fin de semana (22 euros creo recordar). Como es bastante tarde y tenemos hambre aceptamos, pero no podemos estar comiendo todos los días a este precio. Siendo sinceros tengo que reconocer que la comida estaba bastante buena. Y la botella de crianza que acompañaba al menú entraba muy bien. A los dos platos y el postre le sumamos un café con leche y dos txupitos de hierbas (uno cada uno). Total 49 euros. ¡Tenemos que comer por la mitad de dinero!. Si no nos va a salir un ojo de la cara. Aunque por lo menos la comida estuvo bien. Eso no lo voy a negar.

Paseo junto al rio Nonaya

    Fachada el albergue la Campa
  • Después de comer volvemos al albergue y nada más llegar el hospitalero viene hasta donde mi y me dice que me tiene que cambiar, que ha venido más gente y queme ha buscado una alternativa. Me lleva arriba y me enseña una habitación que tiene de almacén, la cual ha sido despejada y en la que ha colocado una cama plegable. Me dice a ver si tendría algún problema de dormir allí. Para mi es perfecto. La opción que me ofrece me convence inmediatamente. Una habitación individual en la que no tendré que estar tan atento por lo que pueda hacer Gau. Subo mis cosas y dejo a Jose echando la siesta en la habitación de abajo. Tras intentar hacer lo mismo y no conseguirlo me bajo a dar un paseo por el pueblo. Gau conmigo, por supuesto. El pueblo es bonito. Junto al río Nonoya, que atraviesa el municipio, han construido una especie de paseo. Doy unas vueltas y me encuentro con las chicas madrileñas. Ellas están en el albergue municipal, que está más abajo. Charlo un ratito con ellas sobre la etapa y nos despedimos al de un rato. Yo voy a buscar a Jose. Salimos a cenar un bocadillo en el bar La campa, donde habíamos estado al mediodía. El pueblo está muerto. Ha habido un cambio radical. Como de la noche al día. Llegamos al bar y no nos permiten entrar con Gau. El bar está totalmente vacio y al mediodía incluso se había acercado a acariciar a Gau  antes de traerle un cuenco con agua. No lo entiendo, pero bueno, el local es suyo y son dueños de sus decisiones. Tomamos un par de bocadillitos en la terraza acompañados de una cerveza y nos volvemos al albergue. Hace bastante frío y aquí ya no pintamos nada.


Paseo junto al río Nonaya. Bonito y agradable de recorrer



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jueves, 16 de mayo de 2013

CAMINO PRIMITIVO CON PERRO. Etapa 00. De Oviedo a El Escamplero.

Salimos de Bilbao el sábado por la mañana. A una hora prudencial. Sobre las 10 de la mañana. Vamos mi mujer Ziortza, mi suegro Jose, mi suegra Mari Carmen y yo, aparte, claro está, de nuestra perrita Gau. Ellas decidieron acompañarnos a Jose y a mí hasta Oviedo para hacernos más fácil el viaje hasta Oviedo con Gau. Pero Ziortza y Mari Carmen, tras pasar el día con nosotros, se volverían a Bilbao.
El día había amanecido nublado, con muy pocos huecos para que los rayos de sol pasaran, pero desde que comenzamos a atravesar Cantabria los claros fueron tomando protagonismo.
El trayecto hasta Oviedo no es muy largo. Unas 3 horas hasta el centro de la ciudad. Llegamos con tiempo para dar una pequeña vuelta por la parte vieja, visitar la catedral, el ayuntamiento, la oficina de turismo y poder tomar algo en su conocido bulevar de la sidra antes de decidir donde nos íbamos a sentar a comer.



En la plaza del ayuntamiento (en obras), grupos de bailarines regionales amenizaron la mañana

Como nuestra perrita Gau estaba dando el paseo con nosotros (algo muy habitual), intentamos buscar un lugar donde poder comer con ella. En el bulevar de la sidra (calle Gascona) vimos unas cuantas sidrerías que ofrecían unos menús que nos resultaron atractivos y encima poseían unas terrazas acristaladas donde quizá podríamos comer con Gau. Nos acercamos a una de ellas. Creo que era la sidrería el Pigueña. Como siempre preguntamos si podríamos comer en la terraza acristalada con nuestra perra tumbada a nuestro lado, en una esquinita, para no molestar a nadie. El camarero, muy atento, no nos puso ninguna objeción. Comimos un menú de fin de semana que costaba 15 euros por cabeza (con un incremento del 10% por hacerlo en la terraza) compuesto de un entrante (croquetas de compango, que se hacen con los sacramentos de las fabes), un primer plato a elegir, un segundo a elegir, postre y vino de la casa y agua. La verdad es que quedamos satisfechos y todo nos pareció que estaba muy rico. Yo comí fabes de primero y pixín (rape) de segundo. Para repetir.



Vieira de bronce de la ciudad de Oviedo

Una vez acabada la comida nos fuimos en busca del albergue de peregrinos de Oviedo, el cual, según nos habían dicho en la oficina de información de la ciudad, no habría hasta las 5 de la tarde. Como sabemos que al ir con nuestra fiel compañera Gau podemos encontrarnos con más de un problema, intentamos hacer siempre las cosas con tiempo. Lo más probable es que en una ciudad tan grande como Oviedo tengamos que buscarnos una pensión o un hotel para poder dormir con ella.
Una vez lo encontramos, y como todavía quedaba algo de tiempo para que lo abrieran, volvimos unas cuantas decenas de metros sobre nuestros pasos hasta que encontramos un bar para tomar algo mientras hacíamos tiempo. Allí nos encontramos con un par de peregrinas madrileñas que también estaban esperando a lo mismo. Charlando con ellas nos comentan que en vez de quedarse en Oviedo simplemente iban a sellar la credencial en el albergue y se iban a ir hasta El Escamplero, que está a unos 13 kilómetros. Saben que es un albergue pequeñito, pero creen que al estar tan cerca de Oviedo habrá poca gente.
Una vez nos despedimos de ellas mi suegro me mira y me dice:

-         ¡Qué!, ¿vamos nosotros también para allí? Además seguramente allí lo tendremos mejor para dormir con la perra y aquí ya no pintamos nada.



Mari Carmen, Gau y Ziortza embarazada de Sare

Mi mujer y mi suegra nos miran con caras de asombro. Ellas se tienen que volver a Bilbao en algo menos de una hora para no conducir de noche, que no les gusta nada, así que están de nuestra parte. Nos levantamos inmediatamente, seguramente más animados de lo normal por el vino de la comida y el txupito de hierbas del postre, y nos dirigimos a por las mochilas. Las recogemos y bajamos de nuevo a la zona del albergue para sellar. La verdad es que esta operación es un poco tonta, ya que hicimos y deshicimos el mismo trayecto 4 veces en menos de una hora antes de salir de la ciudad. Si no teníamos intención de dormir en el albergue podíamos haber sellado la credencial en cualquier local de la ciudad. Pero bueno, se nos metió en la cabeza que el primer sello tenía que ser el del albergue de Oviedo y así fue. Ya sabéis que a cabezones, a los vascos, pocos nos superáis.
Llamo al albergue antes de salir exponiéndoles que voy con una perrita y a ver si habría algún problema. Me dice que si nadie se queja que no pasa nada. Que en esos momentos no había nadie, pero que no sabía la gente que podía haber en camino. Y que si no, de todas formas, había un sobre techo fuera donde poder dejarla.
No hay nadie. Uhmmmm. Eso nos anima más. A las chicas madrileñas ya les había preguntado si les importaría dormir en la misma habitación con la perra y no me habían puesto ninguna pega si Gau no montaba jaleo a la noche. Así que…¡Adelante!

¡¡¡COMIENZA LA AVENTURA!!!

DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA




Oviedo - El Escamplero (13,03 kilómetros)


    
    Los peregrinos antes de comenzar su aventura
    
  • Salimos de la Catedral de San Salvador de Oviedo sobre las 18:00 horas. Sobre esta iglesia y con referencia al Camino de Santiago hay un dicho popular que dice “El que va a Santiago y no va al Salvador, visita al criado y deja al Señor”. Por lo tanto, para hacer todo correctamente, inmortalizamos el momento frente a esta Catedral. La primera visita ya estaba realizada.  Antes de colocar las mochilas a nuestras espaldas nos despedimos de las mujeres. Para no variar y como es habitual en las mujeres de esta familia durante las despedidas, unas cuantas lagrimitas cayeron por sus mejillas antes de que comenzaramos a andar. Sonreimos, nos pusimos nuestras mochilas, pronunciamos nuestro ultimo agur durante un par de semanas y comenzamos a andar. Sin mirar atrás. Pensando solo en lo que nos ibamos a encontrar. Atentos a todas las señales. No queríamos comenzar con mal pie. Y un despiste podría suponer empezar nuestra aventura de mala manera.
    
    Placa conmemorativa del suelo cerca de la catedral
    
  • Inicio de Etapa. Kilómetro 0,00. Nos dirigimos hacia el Norte, como si volviéramos hacia el bulevar de la sidra. En el suelo vemos una placa conmemorativa colocada en el año 2.010 que nos indica que desde allí partió la primera peregrinación a Santiago de Compostela y cual es la dirección a seguir. Al de unos metros, siguiendo las indicaciones, tenemos que torcer a la izquierda, dirección Oeste, dirección que se volverá muy habitual durante todo el camino. Nos recolocamos bien la mochila y apretamos el paso. Sin mirar atrás. Este hecho nos lo echarían en cara a nuestra vuelta, pero ya se sabe, los hombres, en muchas ocasiones, carecemos de este tipo de sentimentalismos. ¡Qué se le va a hacer! Toda esta primera parte de la etapa transcurre por el casco urbano de la ciudad de Oviedo. Está bastante bien señalizado. Solo hay que estar un poco atento en los cruces para ver cual es la dirección a seguir tal y como nos indican las vieiras de bronce colocadas en el suelo de la ciudad. Aparte de ellas, tendremos que empezar a familiarizarnos con las flechas amarillas y con los mojones con cerámicas de la archiconocida vieira.
    Monumento al peregrino
    

  • Al de unos 40 minutos andando comenzamos a salir de la ciudad. Estamos en el barrio de La Florida, de reciente construcción. Si por lo que sea nos despistamos un poco o perdemos de vista las señales, hay que tener en cuenta que la ladera que hay a nuestra derecha será por donde comenzaremos a ascender en breve para abandonar definitivamente la ciudad. En esta zona nos vamos a encontrar con el monumento al Peregrino. La tarde es estupenda y estamos empezando a abandonar la ciudad.

  • Superados los 5 kilómetros desde la catedral de San Salvador, llegamos a San Lázaro de Paniceres. Allí, junto al camino, vemos el cartel del bar La Trapa. El sol calienta y estamos animados. Paramos a tomar una cervecita y volvemos a ajustarnos bien las mochilas. Charlamos un rato con la dueña del bar y continuamos nuestro camino. El ánimo y la ilusión están por todo lo alto. Además este brillante sol parece que nos empuja.

  • A partir de este momento las pistas vecinales se mezclan con los senderos. Vamos dejando la ciudad de Oviedo a nuestras espaldas. A nuestra izquierda vemos a lo lejos una impresionante cadena montañosa sobre la que se encuentran suspendidas unas amenazantes nubes. Me imagino que pertenecerán a la cordillera cantábrica. Atravesamos pequeños núcleos urbanos, aldeas se podría decir, sin ningún tipo de servicio, por pistas vecinales mayormente. Dejamos atrás algunas ermitas y los mastines no paran de ladrarnos a nuestro paso. La presencia de Gau los altera. Estad atentos. Esta va a ser una constante durante todo el camino. Hay que tener los bastones en la mano listos para amenazar a aquel perro que se acerque con intención hostil. Se les ve a la legua.

    
    A nuestra izquierda un grupo de nubes amenazantes cubre los montes mas altos
    
  • Pasados los 8,5 kilómetros llegamos al puente Gallegos sobre el río Nora. Es un lugar singular dentro del camino. Tras atravesarlo recorremos un tramo por carretera, pero al de unas decenas de metros una pista a nuestra derecha nos saca del asfalto. En un principio esta senda descenderá un poco, pero después se convertirá en el primer ascenso de cierta importancia. La pendiente se vuelve un poco dura en poco tiempo. A través de esta pista llegamos hasta la población de El Escamplero.


    
    Los hórreos asturianos empiezan a aparecer según nos alejamos de la civilización
    
  • Volvemos a la carretera. Concretamente a la AS-234. Seguimos las marcas del camino y en unos metros veremos un bar a nuestra izquierda. Continuamos en busca del Albergue. Tiene que estar por aquí. Casi cuando estamos saliendo del pueblo vemos el cartel indicador. Nos acercamos hasta el albergue.

  • Final de etapa. Hemos recorrido 13,03 kilómetros. Entramos al albergue con la intención de buscar al hospitalero. Un cartel en la entrada nos indica que en este albergue no hay hospitalero. Si está cerrado hay que pedir la llave en el bar que hemos pasado hace un rato, el restaurante El Tendejón de Fernando, al que hay que ir de todas formas para coger la plaza y pagar el albergue. Tiramos de la puerta y vemos que la puerta está abierta. Dentro hay 3 personas. Dos hombres y una mujer. Son italianos. Les preguntamos si tienen algún problema de que Gau duerma dentro del albergue. Nos contestan que no. Entramos y cogemos dos camas libres que hay en una esquina. El albergue dispone de 12 plazas. No es nada del otro mundo, pero el agua de la ducha está caliente y dentro de la habitación hay 3 radiadores que ya estaban adjudicados para los italianos. Aparte tiene una cocina pequeñita donde poder prepararte la cena y algo de menaje. Algo mas de limpieza no le vendría mal. Al no haber hospitalero todo queda a merced de la buena voluntad del peregrino.

    
    Albergue de El Escamplero. Foto de http://caminodesantiago.consumer.es
    
  • Dejamos las mochilas y nos dirigimos al restaurante. Son las 21.10. A las 22:00 hay que estar de vuelta. Es la hora en la que ya no se puede hacer ruido en los albergues municipales. Vamos a cenar algo y a pagar el albergue.

  • El restaurante tiene bastante ambiente. Es sábado noche y la gente sale a cenar. Para evitar problemas dejo a Gau atada en la calle. La puerta es de cristal y nos puede ver. Así está más tranquila. Dentro nos encontramos con las chicas madrileñas. Ellas han parado a tomar algo antes de ir al albergue. Según entramos nosotros salen ellas. Cenamos unos bokatas rápidos y nos damos de alta en unas hojas. Pagamos y volvemos. 4 € cada uno por dormir en el albergue. Dentro de poco van a ser las 22:00 y ya es de noche. Estoy en pantalón corto y se empieza a notar el frío. Llegamos al albergue y la puerta ya estaba cerrada. Una de las chicas madrileñas todavía estaba levantada y nos abre. Nos acostamos sin hacer apenas ruido. Mañana será otro día



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